El mundo interior cobra fuerza. Las sensaciones, emociones y sentimientos se suceden unos a otros, en oleadas coincidentes y contradictorias, siempre intensas y mucho más perdurables que en la etapa anterior. Los sentimientos inundan, llenan, desconciertan, descontrolan y pasan a ser un eje central de la vida de los jóvenes. Su conocimiento, su conducción, su control, son tareas de esta etapa.

Amar el amor, odiar el odio, ser amigo de los amigos y enemigo de los enemigos son características de los jóvenes, demasiado grandes para se niños y demasiado pequeños para ser adultos.

En la búsqueda de uno mismo, de tener identidad propia, a veces son uno y  a veces otro. Algunas veces esta dualidad nos hace perder la paciencia, pero la mayoría de las oportunidades descubrimos el crecimiento que día a día experimentan los jóvenes, y vemos con satisfacción que lo que hacemos por acompañarlos está dando sus frutos.

1 logra y mantiene un estado interior de libertad, equilibrio y madurez emocional.

2 Practica una conducta asertiva y una actitud afectuosa hacia los demás personas, sin inhibiciones ni agresividad.

3 Construye su felicidad personal en el amor, sirviendo a los otros sin esperar recompensa y valorándolos por lo que son.

4 Conoce, acepta y respeta su sexualidad y la del sexo complementario como expresión del amor.

5 Reconoce los vínculos de amor, amistad y  la familia como base de la sociedad, convirtiendo sus lazos en una comunidad de amor y fraternidad.

1.-Corporabilidad

2.-Creatividad

3.-Carácter

4.-Afectividad

5.-Sociabilidad

6.-Espiritualidad